Una media medio rota,
a la que ya nadie quería poner
porque decían que ya no vestía como las demás
y parecía que yo ya solo era de usar y tirar.
Pero una noche de marzo
[o quizá era abril
en misión suicida
y a la vez escapista,
me metí en la lavadora
para escuchar a un grupo de rock
que me hacía no sentirme sola
y me sanaba el corazón.
Y allí le encontré,
gritando a mi lado canciones
[¿de amor?
Un calcetín sin pareja
que ya nadie vestía
porque no había dos.
Me dijo que era bonita,
que entre los dos podríamos creer una nueva línea
[de ropa,
y aunque al principio me pareció una idea loca,
él me agarró de uno de mis hilos
y me invitó a seguir bailando
hasta que ya no quedara rastro de pena
en nuestras puntadas.
Se contaron sus penas
y empezaron a ser.
Eran iguales,
se querían querer.
Desde entonces con una aguja
se cosieron el uno al otro
los agujeros del corazón
y viven felices
fuera del cajón.
Y allí le encontré,
gritando a mi lado canciones
[¿de amor?
Un calcetín sin pareja
que ya nadie vestía
porque no había dos.
Me dijo que era bonita,
que entre los dos podríamos creer una nueva línea
[de ropa,
y aunque al principio me pareció una idea loca,
él me agarró de uno de mis hilos
y me invitó a seguir bailando
hasta que ya no quedara rastro de pena
en nuestras puntadas.
Se contaron sus penas
y empezaron a ser.
Eran iguales,
se querían querer.
Desde entonces con una aguja
se cosieron el uno al otro
los agujeros del corazón
y viven felices
fuera del cajón.
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